¡Gracias!

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A los buenos policías, que estoy seguro son más

Estamos acostumbrados a quejarnos, y practicamos este hábito hasta el hartazgo. Todo nos viene mal y desarrollamos la habilidad de meter el palo en la rueda. Hablar mal de la policía está en los primeros lugares en nuestra preferencia.

Esta entrada es diferente. Esta vez voy a agradecer, y mi agradecimiento es para dos oficiales de policía que me asistieron (aún sin yo saberlo) el sábado por la noche, y para otras personas.

Esto es lo que pasó. El sábado 14 fuimos a cenar a casa de mis compadres. Llegamos alrededor de las 21:30 y estacionamos frente a su casa. Hasta ahora estoy seguro de que cerré las puertas del auto y puse la alarma, pero aparentemente no fue el caso, y como la calle tiene cierta inclinación, parece que las vibraciones de otros autos que pasaban hicieron que la puerta del conductor se abriera. Por supuesto, no nos percatamos del hecho hasta que salimos con intención de regresar a casa, siendo las 00:30 del domingo 15.

No sabemos si alguien notó la puerta abierta al pasar, o si simplemente los oficiales estaban patrullando la zona y se dieron cuenta de esta situación. En cualquier caso, mi agradecimiento va para las personas innominadas que se preocuparon o que al menos no decidieron ir a ver si podían llevarse algún recuerdito.

Los policías llegaron, verificaron la zona, y comenzaron su búsqueda. Con la chapa del auto averiguaron quién era el dueño (yo). De ahí consiguieron mis datos personales y trataron de comunicarse. No me imagino lo que habrá pasado mi mamá cuando recibió una llamada de personas que se identificaron como policías, poco antes de la media noche, reportando lo que habían encontrado y preguntando cómo contactarse conmigo. Pudo haber sido una llamada extorsiva y ella actuó en consecuencia… no dio ningún dato.

Para colmo, mi celular se quedó sin batería en medio de la reunión y estaba prácticamente incomunicado (tampoco me preocupaba mucho… era sábado a la noche, ¿quién iba a buscarme?). Así que finalmente mi mamá llamó a mi hermano, quien estaba llegando de un viaje, y tuvo que agregar un poco más a su recorrido para ir a ver qué estaba pasando (gracias también).

Salimos, nos encontramos con la patrullera, hablamos con los oficiales, llegó mi hermano, revisamos el auto… hasta el billete de 2.000 que mi hijo dejó en el asiento delantero estaba ahí. No se tocó nada (gracias de nuevo) y nada pasó de lo anecdótico.

Adicionalmente, nos dimos cuenta de que el sistema funciona. Todo es cuestión de tener gente que quiera utilizarlo y personal que lo mantenga actualizado.

En resumen: ¡Gracias!

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