De esto y aquello

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Esto iba a ser inicialmente una reflexión sobre una película, pero después se fue transformando en algo sobre un género en particular, con digresiones hacia otros temas.

Primero lo primero. Hace unas semanas, cuando estaba en cartelera, fui a ver Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Ya mencioné que me gusta ir a ver películas de contenido poco creíble. Esta entra en esa categoría.

En líneas generales, me gustó. Tiene algunas ideas interesantes (y buenas) sobre la lealtad y el sacrificio personal. Sin embargo, y aquí viene la primera transformación, hay algo en las películas de héroes, titanes, super héroes, divinidades y demás yerbas, que no me termina de convencer (¿no era que me gustaban las películas mentirosas?)

Lo que pasa es que, mientras los guionistas son capaces de imaginar escenarios y situaciones inverosímiles, pero con alto grado de coherencia dentro del universo que crearon, su creatividad es puesta en duda cuando estos personajes super poderosos se ponen a pelear. Básicamente, no pasan de una pelea callejera en tamaño extra grande.

No sé. Supongo que es una confirmación más de lo que alguna vez estudié en temas filosóficos: la realidad supera a la fantasía. Y esta sensación de incapacidad me invade tanto con Marvel como con DC Comics. Por cierto, que conste que todavía me gustan ambos a pesar de que la transición de estas empresas hacia el wokeismo las está convirtiendo en marginales, y con razón. En todo caso, las escenas que uno supondría deben ser las más espectaculares, para mi son un bodrio. Lo único magnificente en ellas es la destrucción del escenario.

Volviendo al tema inicial, un detalle que me gustó muchísimo en las dos entregas de la película fue la banda sonora, con temas clásicos de los ’70. En este aspecto, felicitaciones a quienes tuvieron la idea e incluyeron estas piezas que ya son clásicas.

Como broche de oro, me quedo con la imagen de Star-Lord descubriendo el iPod y el album Tea for the Tillerman de Cat Stevens al final de la película. Eso si, al oir Father and Son, mientras los créditos pasaban por la pantalla, me di cuenta de una transformación que no me esperaba, pero que debió haber sido obvia: siempre que escuché o canté este tema, lo hacía desde el punto de vista del hijo. Esta vez, lo hice desde el punto de vista del padre.

Ahora, cada vez que la escucho, trato de recordar como era, sin perder conciencia de como es. Se lo debo a mis hijos, y se lo debo a mi padre. Que disfruten.

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